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___|: |___|: \ ___|: \ DizDate: 12/95
_______\___ \___ \___ ___\_______ WordCount: 3624
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«¬¬¬¬¬| | |: | |: |¬¬¬¬¬« Subject/Topic is on:
«¬¬¬¬| |: | |: | |¬¬¬¬« [Napolean of Europe in Spanish]
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`, a c e ,` [ ]
`, e s s a y s ,` [ ]
Grade Level: [ ]Grade School Type of Work: [x]Essay/Report/Term
[x]High School [ ]Informational
[ ]College [ ]Notes
[ ]Misc
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Secci¢n Uno
Por fin de mil novecientos siete, el poder¡o de Napole¢n en Europa fue
en su m ximo. Este no le satisfac¢ y su deseo extender su gobierno a
Espa¤a y Portugal. Esta decisi¢n invadir Espa¤a fue la m s desastrosa de
su carrera. Durante "La Guerra de la Pen¡nsula" Napole¢n perdi¢
trescientos mil militares y gast¢ una cantidad enorme de dinero. De pil¢n,
la guerra tuvo un efecto devastado en la moral de los franceses. Napole¢n,
en el fin de su carrera, describi¢ "la Guerra de la Pen¡nsula" tan "el
asunto miserable de Espa¤a que me mat¢". Napole¢n estuvo en Espa¤a por
solo dos y medio meses, por el cuatro de Noviembre mil ochocientos ocho a
el dieciocho de enero mil ochocientos nueve y por el resto de la campa¤a
dirijo la guerra de Paris (Connelly, 1987, p. 117).
En mil ochocientos siete el imperio de Napole¢n fue mas grande que el
imperio Charlemagne gobern¢, un mil a¤os antes de Napole¢n, pero Napole¢n
quiso dilatarlo mas. Su solo poder¡o en la pen¡nsula ibrica fue por una
alianza con Espa¤a que empez¢ en mil sietecientos noventa y cinco. A fin
de cumplir su nuevo sistema continental supo que tendr¡a mas gobierno sobre
la pen¡nsula ibrica. El sistema continental fue un bloqueo de Europa
estableci¢ en el decreto de Berlin public¢ por Napole¢n en el veinte uno de
Noviembre mil ochocientos seis. Napole¢n esper¢ que destruir la econom¡a
de la Gran Breta¤a parando su comercio con Europa continental. El sistema
continental cerr¢ los puertos de Europa a naves de la Gran Breta¤a y naves
que tuvo carga de los puertos de la Gran Breta¤a. A despecho del decreto y
la alianza de Francia con Espa¤a y Portugal, ambos 1 pa¡ses continuaron
cambiar con los britanos y no hicieron caso del decreto. De pil¢n, Espa¤a
siempre fue un aliado pobre de Francia. El rey Carlos de Espa¤a cuando
pregunt¢ en Napole¢n por asistencia militar proporcion¢ tropas indignas de
confianza y buques de guerra viejos. Tambien prometi¢ dinero pero nunca
entreg¢. Adem s, Napole¢n realiz¢ que los britanos podria desembarcar
tropas enemigas en las costas de uno u otro pais si esperaron (Connelly,
1987, p. 118).
De la perspectiva de Espa¤a la alianza con Francia trajo nada pero
aflicci¢n. Napole¢n quit¢ unos de sus territorios, perdi¢ hombres y naves
en las guerras de Napole¢n y les forz¢ a ellos en una guerra con los
britanos. La econom¡a de Espa¤a fue en destrucci¢n y en las ciudades de
puertos habia intranquilidad de obrero. La gente de Espa¤a culp¢ todos los
problemas en los franceses (Bainville, 1933, p. 224).
Napole¢n no le gusta los caudillos de Espa¤a. El poder¡o real en
Espa¤a tuvo en primer ministro Godoy quien fue en cargo de todos los
militares. La reina Maria Luisa quien fue la ama de Godoy fue responsable
por su ascenso a poder¡o. El rey Carlos gast¢ el tiempo cazando antes que
gobernando el pa¡s y la gente lo consider¢ ser loco. Fernando, el pr¡ncipe
de corona, estuvo fraguando asesinar su madre y derroc¢ su padre.
Fernando, no obstante, fue un favorito de mucha gente que no le gusta el
rgimen de Godoy (Herold, 1963, p. 204).
Napole¢n realiz¢ que Godoy fue la llave a Iberia. Godoy, por otra
parte, realiz¢ que cuando Carlos IV se muri¢ o Fernando lo derroc¢, no mas
tiempo tendr¡a alg£n poder¡o. De resultas de este, Napole¢n conspir¢ con
Godoy para firmar el tratado de Fontainbleau la veinte siete de Octubre de
mil ochocientos siete. El tratado proporcion¢ en secreto que Godoy recibe
un reino en Portugal en cambio de dejando Napole¢n enviar un ejrcito al
travs de Espa¤a para invadir Portugal y establecer una reserva de cuarenta
mil hombres en Bayonne en el Borde de Espa¤a. Godoy supo que la misi¢n de
la reserva fue para vencer Espa¤a en Noviembre de mil ocho cientos siete
general Junot con un ejrcito de veinteocho mil invadi¢ Portugal,
reorganiz¢ el gobierno y forz¢ la familia real y sus seguidores a Brazil
(Connelly, 1987, p. 119).
En el fin de mil ocho cientos siete las tropas de Francia empezaron a
entrar Espa¤a. En marzo de mil ocho cientos ocho, mariscal Marot, un
veterano militar de Francia conveni¢ comandante del ejrcito de Espa¤a.
Para entonces hubo cien mil tropas de Francia en Espa¤a. Las tropas se
acercaron los fuertes de Espa¤a y puestos tan aliados con bandas tocando y
banderas hacer volando. Dependiendo en el comandante de Espa¤a las tropas
de Francia estuvieron o lucharon. En Cantalonia los catalanes lucharon a
los franceses pero en el camino de Bayonne a Madrid dieron la bienvenida a
los franceses (Connelly, 1987, p. 120).
Napole¢n espero poca resistencia excepto en Madrid. Adicional, espero
que si apuro subi¢ en Madrid Murat aplastar¡a la resistencia pronto y todo
el pa¡s someter¡a a su autoridad (Neill, 1970, p. 67).
En el veinte siete de marzo mil ocho cientos ocho el rey Fernando VII
el anterior pr¡ncipe de corona hubo derrocado su padre. Cuando Murat entr¢
en Madrid la gente lo se alegr¢ a l porque penso Murat apoyo a Fernando.
Fernando encontr¢ con Murat y rog¢ por la aceptaci¢n de Napole¢n. En la
misma hora Carlos IV y Maria Luisa enviaron un mensaje a travs Murat a
Napole¢n pediendo por ayuda recobrar el trono. Napole¢n dirij¢ Murat
convocar una junta en Bayonne de todas las personas envolvieron en la
disputa sobre el trono que incluyo toda la familia de Bourbon. En Bayonne
Napole¢n retuvo toda la familia como presos (Herold, 1963, p. 207).
Tan las noticias extendieron de que hubo occurido, la gente en Madrid
empez¢ rebelarse contra los franceses. Los franceses, sin embargo,
esperaron la insurrecci¢n y aunque los espa¤oles desarmados pelearon con
bravura la rebeli¢n acab¢ pronto. El pr¢ximo dia el pelot¢n de
fusilamiento de Francia asesin¢ los caudillos de la rebeli¢n y los
espa¤oles cogieron con armas. Las atrocidades cometieron por los franceses
le maltrataron a los espa¤oles y Napole¢n tuvo una guerra en las manos
(Herold, 1963, p. 209).
Casi inadvertido en los franceses una rebeli¢n de la gente com£n contra
los franceses estuvo aconteciendo en Espa¤a. La clerec¡a de Espa¤a empez¢
reunir la gente contra los "criados del diablo". Los nobles, quienes
temieron que Napole¢n eliminar¡a sus privilegios, juntaron la gente com£n y
levantaron y emplomaron tropas. Todas las clases de la gente empezaron
poner en ecuaci¢n patriotismo con lealtad a la dinast¡a de Bourbon y la
iglesia. En las provincias que no ocuparon los franceses, ejrcitos
formaron alrededor de los regimientos del ejrcito de Bourbon viejo. En el
norte el general Gregorio Garcia de la Cuesta y Don Jos de Palafox
emplomaron los ejrcitos y en el sur, el general Francisco Casta¤os.
Tropas de guerrilleros organizaron a todas partes (Connelly, 1987, p. 121).
Napole¢n entonces designo Jos Bonaparte tomar el trono de Espa¤a. La
gente de Espa¤a fueron imediatamente hostiles a Jos. Napole¢n tambien
puso a Jos a cargo de las tropas de Francia en Espa¤a cuando el general
Savary quien hubo reemplazado Murat falto cumplir expectativas (Harold,
1963, p. 211).
En el diecinueve de julio mil ocho cientos y ocho en Baylen el ejrcito
rebelde del general Casta¤os de treinta mil voluntarios, entrenaron mal,
cercaron y apresaron el ejrcito de veinte mil de General Dupont. Acerca de
la misma hora el mariscal Jeannot de Moncey hubo enviado agarrar Valencia
en la costa del este. Sus tropas encontraron los ejrcitos de rebeldes del
sur y tuvieron retirar. Jos, medroso de la vida sali¢ Madrid y se retir¢
a Vitoria. Napole¢n conveni¢ maltratamente en su retreta y las noticias
que diecisiete mil tropas de la Gran Breta¤a sobre el comando de sir Arthur
Wellesly desembarcaron en Portugal y derrotaron a Junot y lo forzaron
evacuar Portugal (Connelly, 1987, p. 123).
Temiendo la prdida de gobierno en Espa¤a Napole¢n persuadi¢ al Zar
Alejandro guardar paz en el norte de Europa mientras fue a Espa¤a para
tomar gobierno. Napole¢n orden¢ el "Grande Arme" que estuvo en Alemania
marchar por Espa¤a. En el fin de octubre de mil ochocientos ocho Napole¢n
tuvo tres cientos mil tropas en posici¢n y esperando sus ordenes. Su
intento fue demoler todos los cuerpos de Espa¤a (Connelly, 1987, p. 123).
En el cinco de noviembre de mil ochocientos ocho Napole¢n lleg¢ a
Vitoria. En Vitoria Napole¢n no hizo caso de su hermano y personalmente
tom¢ dia a dia gobierno de los militares. Sus relatos de inteligencia
hubieron indicado que los espa¤oles tuvieron solo noventa mil tropas
oponerse a su "Grande Armee" (Connelly, 1987, p. 124).
Napole¢n puso su ejrcito en movimiento el nueve de noviembre. Su
ejrcito recibi¢ poca resistencia y Napole¢n empez¢ su fuerza hacia Madrid.
El ejrcito imperial adelanto casi sin resistencia hasta abord¢ las
monta¤as de Guadarrama. Tan las tropas escalaron el pasaje de monta¤as de
somo sierra encontraron nueve mil tropas sobre Benito San Juan quin tuvo
un ca¤on apunt¢ en el solo camino a la cima. Este callej¢n atasc¢ el
entero ejrcito. Napole¢n orden¢ su caballer¡a cargar las escopetas de los
espa¤oles. Hubo muchas bajas en ambos lados pero eventualmente los
franceses ganaron y la marcha a Madrid continu¢. Por las dos de diciembre
el ejrcito lleg¢ en Madrid. Por las cuatro de diciembre Napole¢n lleg¢ en
la ciudad y tom¢ mando del gobierno de Espa¤a. Eventualmente restaur¢ a
Jos al trono despues de la gente de Madrid firm¢ juramento de fidelidad al
rey (Herold, 1963, p. 215).
No estuvieron al corriente de las victorias de los franceses en y
alrededor de Madrid, Sir John Moore con un ejrcito de la Gran Breta¤a de
treinta mil vino de Portugal apoyar los rebeldes de Espa¤a. Cuando
Napole¢n oyo de el acercamiento de los britanos sali¢ de Madrid para
acaudillar personalmente un ataque contra los Britanos que excedi¢ en
n£mero diez a uno. Moore pronto realiz¢ que fue en medio de el ejrcito
grande de los franceces y se retir¢ hacia Coru¤a donde la marina de guerra
lo recogi¢. Antes de Napole¢n cerrar¡a la retreta de Moore oyo de Paris
que Austria estuvo movilizando para guerra y que ciertos de sus aliados en
Francia, incluso Murat, estuvieron discutiendo quien tomaria su posici¢n si
Napole¢n se muri¢ en Espa¤a. Napole¢n volvi¢ a poner a Jos en cargo
completo y sali¢ a Paris el dieciseis de enero mil ochocientos nueve
(Herold, 1963, p. 216).
El veintedos de abril mil ochocientos nueve Wellesley lleg¢ en Portugal
otra ves y tom¢ comando de cuarenta un mil tropas de la Gran Breta¤a y
Portugal. Con estas tropas caz¢ las tropas de Francia por Portugal y en
Espa¤a. Entonces combin¢ sus tropas con el ejrcito de Espa¤a sobre el
general Cuesta y empez¢ una marcha en Madrid. En julio mil ochocientos
nueve Jos hubo ideado un plan penso entrampar¡a el ejrcito de las
aliadas. Envi¢ sesenta mil tropas a Salamanca para atacar a Wellesley del
posterior mientras Jos con cuarenta cinco mil tropas march¢ de Madrid para
tomarlo de frente. Muchas de sus tropas, no obstante, no llegaron en
tiempo y cuando conoci¢ a Wellesley solo medio de sus tropas estuvieron
entre manos. La batalla fue indecisa pero Wellesley realizando que mas
tropas de Francia estaran llegando, se retir¢ a Lisboa. En Lisboa
Wellesley construy¢ su base por los a¤os que viene. Su base, llamada las
lineas de torres verdas, fue una linea de fuertes corriendo de rresverdas
en la costa norte de Lisboa, este a la cumbre de entero de tagus, que
protej¢ la ciudad en el sur (Connelly, 1987, p. 129).
Napole¢n creyo que la llave a victoria en Iberia fue la destrucci¢n de
el ejrcito de Wellesley en Portugal. Porque Wellesley tuvo solo treinta
mil tropas no sent¡o que exijo su etenci¢n personal. Por lo tanto dio al
general Massena comando de un ejrcito de sesenta mil tropas con ordenes
destruir a Wellesley. El primero encuentro de Massena con Wellesley
result¢ en una victoria y lo persegui¢ atr s a las lineas de Torres Vedras.
Las lineas probaron impenetrables y en marzo de mil ochocientos once sus
tropas, hambrientos y necesitado suministros, se retir¢ a Espa¤a. Napole¢n
repus¢ a Massena con el general Marmont pero no pudo hacer mejor. En enero
de mil ochocientos doce Wellesley complet¢ su gobierno de Portugal, mov¡o a
sus tropas al borde y estuvo listo invadir Espa¤a. Ese junio, mientras
Napole¢n estuvo invadiendo Rusia, Wellesley, con cincuenta mil tropas
invad¡o Espa¤a. Napole¢n hubo salido a Jos en comando. Pensando la
campa¤a de Rusia ser¡a corta, senti¢ que Jos odr¡a guardar gobierno de
cosas en Espa¤a por pocos meses. Este, no obstante, fue un error mayor.
Los mariscales y generales no hicieron caso a Jos. Las tropas de
Wellesley derrotaron a las tropas de Marmont en las Colinas de Arapiles en
el veintedos de julio mil ochocientos doce. Wellesley entonces march¢
delantero tomar Madrid y forz¢ a Jos retirar a Valencia. Jos pudo
convocar mas tropas y recobrar Madrid. Wellesley se retir¢ a sus
fortalezas del borde (Connelly, 1987, p. 130).
En el fin de mil ochocientos doce la Gran Breta¤a y Espa¤a llamaron a
Wellesley el comandante de los aliados en la pen¡nsula. Wellesley fue un
ordenancista austero y brutal pero las tropas lo respetaron y lo
confiaron. No le gustan los espa¤oles y los portugueses pero todos
contaron con el ganar (Herold, 1963, p. 221).
En la primavera de mil ochocientos trece Wellesley invadi¢ Espa¤a con
cien mil tropas de Portugal y Espa¤a. Miles de guerrilleros de Espa¤a los
apoyaron. Napole¢n orden¢ a Jos salir Madrid y reuni¢ a sus tropas cerca
de Valladolid para impedir a Wellesley marchar en Francia. Jos movi¢
demasiado despaciado y Wellesley lo siti¢ en Valladolid. Wellesley lo forz¢
poner y luchar. Wellesley lo derrot¢ a Jos y las tropas de Jos huyeron
en todas las direcciones (Connelly, 1987, p. 130).
La victoria de Wellesley marc¢ el fin del reino de Bonaparte en Espa¤a.
La victoria lo habilit¢ a Wellesley invadir el sur de Francia. El buen
xito de Wellesley influyo Austria juntar los aliados en el norte de
Europa. En mil ochocientos catorce Napole¢n se retir¢ a Francia de
Alemania ahora ata¤i¢ con el acercamiento de Wellesley en posterior
(Herold, 1963, p. 226).
Secci¢n Dos
A mi parecer varios factores contribuyeron al malogro de Napole¢n ganar
"La Guerra de la Pen¡nsula" y derrot¢ Espa¤a y Portugal.
Un factor mayor contribuiendo a su malogro fue el sentimiento de
Napole¢n que el problema de Iberia fue secundario y no exig¢ su atenci¢n
personal y la guerra ganar¡a cuando quiera. En mil ochocientos ocho
consider¢ el buen xito de los aliados una anomal¡a. Prob¢ este a s¡ mismo
en yendo a Espa¤a con su ejrcito y derrotando a los espa¤oles, cazando a
los britanos detr s a coru¤a y reponiendo a Jos en su trono. Subestim¢
equivocadamente el problema de Espa¤a y asumi¢ a Jos, un emperador dbil,
manosear¡a los asuntos en Espa¤a. Otra vez dobl¢ su atenci¢n a dilatar su
imperio, arreglando un casamiento con una princesa quien lo di¢ un heredero
y finalmente con su hijo quien naci¢ en mil ochocientos once. En ves de
yendo a Iberia s¡ mismo en mil ochocientos diez envi¢ a Masse¤a pelear a
Wellesley. Massena en esta hora fue viejo y cansado y no quiso tomar
comando del ejrcito pero hubo persuadido hacerlo en Napole¢n. Debido a su
carencia del entusiasmo y energ¡a falt¢ derrotar Wellesley. En mil
ochocientos once Napole¢n estuvo construiendo un ejrcito para pelear con
Rusia porque hubieron salido el sistema continental. Otra vez, antes que
ir a Espa¤a si mismo envi¢ a Marmont. Napole¢n hizo la tarea de Marmont
m s dif¡cil en haciendo a Jos el comendador del militar y que combin¢ con
el aumento en la fuerza en las tropas de Wellesley dio por resultado un
otro malogro. Durante los pr¢ximos tres a¤os Napole¢n tuvo no oportunidad
volver a Espa¤a. Muchos historiadores creen que si Napole¢n hubo regresado
a Espa¤a en mil ochocientos diez o mil ochocientos once pudo ganar la
guerra. El Francia siempre tuvo cuerpos suficientes en Espa¤a pero sin el
caudillaje de Napole¢n la victoria no fue posible. Los generales en Espa¤a
no obedecieron a Jos tan aunque Napole¢n mantuvo las tropas suficientes en
Espa¤a no pudieron derrotar los ejrcitos mas peque¤os de la Gran Breta¤a y
Espa¤a. Sin la atenci¢n personal de Napole¢n "La Guerra de la Pen¡nsula"
dur¢ cinco a¤os , cost¢ el imperio mucho dinero, desmoraliz¢ las tropas de
Francia, anim¢ los enemigos de Napole¢n y debilit¢ el imperio.
Un otro factor mayor contribuiendo al malogro de Napole¢n en Espa¤a fue
su malentendido total del pueblo de Espa¤a y su feroz lealtad nacional y
religiosa. Crey¢ que porque la familia real fueron tontos corrompidos y
pudieron trampeado de su reino, el pueblo de Espa¤a fue el mismo. Napole¢n
no pudo estar mas injusto. Los espa¤oles tuvieron una lealtad celosa a la
corona que solidarizaron con los reyes heroicos quienes liberaron Espa¤a de
los moros y con la iglesia porque la clerec¡a hubo marchado con los reyes
para reponer el islam con cristianismo (Connelle, 1987, p. 118). Empezando
el dos de mayo mil ochocientos ocho con una insurrecci¢n espont nea los
espa¤oles empezaron una lucha contra los franceses que durar¡a hasta mil
ochocientos catorce cuando los espa¤oles los expeliendo de Espa¤a.
Al principio Napole¢n rehus¢ tomar la resistencia de Espa¤a seria. Los
espa¤oles, no obstante, fueron muy serios. Vieron los franceses como
tiranos del extranjero. Los espa¤oles estuvieron peleando por Espa¤a, su
iglesia y su dios. Entre los caudillos tempranos de la resistencia de
Espa¤a fueron miembros de la clerec¡a. La clerec¡a no temi¢ a los
franceses y realiz¢ que si los franceses gobern¢ Espa¤a, no tolerar¡a a la
iglesia o la clerec¡a. En no pa¡s cat¢lico fue la iglesia mas poderosa que
en Espa¤a. Los espa¤oles solo necesitaron saber que lo fue agradable a
dios matar estos enemigos de su fe y aprenhensores de su rey.
Adem s de la clerec¡a los propietarios de la tierra no fueron renuentes
se alzaron en armas con los franceses. La mayor parte de ellos dependieron
en derechos feudales por su vida. A ellos el posible de C¢digo de Napole¢n
abus¢ de Espa¤a no fue aceptable. Entre los esfuerzos de la clerec¡a y los
proprietarios de la tierra la gente hubo animado resistir los franceses que
la gente vio como su enemigo peor.
Tambien contribuiendo a la derrota de Francia en Espa¤a fue la
naturaleza de la guerra. Los franceses fueron acostumbrados a mtodos de
guerra tradicionales donde los ejrcitos encontraron en el campo de batalla
y ocuparon en el combate de mano a mano y el tipo de caballer¡a apoyado en
la artiller¡a pesada. La naturaleza de mucha de la guerra fue enteramente
diferente en Espa¤a. Los espa¤oles no fueron tropas entrenadas pero grupos
rebeldes quienes formaron cuadrillas de guerrilleros y usaron la geograf¡a
natural de la tierra para vencer a las tropas de Francia que los excedieron
en n£mero a los espa¤oles en casi cada batalla. Los espa¤oles no hubieron
observar algunas de las convenciones aceptadas de la guerra tradicional.
Las tropas de Francia fueron torturadas, crucificadas y cortadas en pedazos
en su sue¤o. Las victorias de Francia convinieron sin sentido porque
exigieron poner servicio de polic¡a en la tierra ganaron contra adicional
insurrecciones de guerrilleros. Las opas de Francia no comprendieron ni
pudieron tragar la guerra de guerrilleros. Napole¢n no esper¢ el efecto
desmoralizado este tipo de guerra tuvo en el esp¡ritu y eficiencia de sus
tropas.
Napole¢n describi¢ "La Guerra de la Pen¡nsula" como "su llaga
corriendo" (Connelly, 1987, p. 120). De una perspectiva militar es
improbable que la guerra de Espa¤a fue una contribuci¢n mayor a la ca¡da de
Napole¢n. Mientras la guerra ocup¢ miles de tropas de Francia Napole¢n con
todo tuvo bastante tropas continuar sus otras campa¤as. El malogro
verdadero de Napole¢n que dio por resultado su ca¡da fue su malogro
reconocer que mientras fue seguro despreciar la reyes y los ejrcitos de un
pa¡s fue fatal despreciar y subestimar la voluntad de la gente.
¨Por qu fracas¢ Napole¢n en su campa¤a espa¤ola?
Espa¤ol 4 AP
22 de diciembre, 1994
Bibliography
Bainville, Jacques. 1993. Napoleon. Boston, Mass: Little, Brown and Co.
Connelly, Owen. 1987. Blundering to Glory, Napoleon's Military
Campaigns, Wilmington, Delaware: Scholarly Resources, Inc.
Herold, J. Christopher. 1963. The Age of Napoleon, Nueva York, Nueva York:
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Neill, Thomas P. 1970. Modern Europe: A Popular History, Garden City,
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